martes, 23 de octubre de 2012
LA BICICLETA DE CARTÓN
Izhar Gafni fue un buen estudiante. Se quedaba mirando las cosas fijamente. Da igual lo que fuera, un ventilador, una puerta o una cafetera eléctrica. Sus amigos creian que era un bobo, pero era mucho más listo que ellos. Izhar diseccionaba los materiales y veia a través de ellos para entender su forma y su cometido.
Hizo de su obsesión su afición y de su afición su oficio haciéndose ingeniero. Tornillos, palancas, resortes, correas... De sus creaciones salieron máquinas peladoras de granadas, máquinas de coser zapatos. De algunos de sus cachivaches le dieron un premio como reconocimiento a su talento. El creador detrás de las cortinas, el ingeniero anónimo.
Un día vio a un tipo que se había construido una canoa de cartón. Mmm... su calabaza comenzó a hacer truc-truc! Se fue a su taller, cogió lápiz, papel y puso a trabajar su lóbulo frontal. A veces la imaginación es una cola de carpintero que une dos elementos diferentes. En su caso, el cartón y una bicicleta. El camino a trazar entre el uno y otro, para Izhar, estubo lleno de borrones desdibujados, de acierto y error, entre un panadero y Prometeo.
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