Todo comenzó en el lavabo de pequeño. Cada vez que iba a "enviar un fax", me sentaba y miraba el suelo. En un azulejo del suelo había un esconchón. El arte figurativo y mis obsesiones internas hicieron que de tanto mirar mi cabeza comenzara a hacer truc-truc y pasó a ser un tipo con barba (tal vez la imagen de mi padre). Eso fue solo el principio.
Desde aquel día todo error en el paisaje, toda linea mal facturada y toda forma geométrica formo mi imaginario. El "suma y sigue" de una lista llena de manchas, grietas, señales de tráfico, aceite de coche, tornillos oxidados, cacas de perro y montañas de piedras.
Tineke Meirink se ha dedicado a sacar fotos de sus cosas y gracias a la varita mágica del mundo moderno las ha hecho visibles.
Yo mis cosas las continuo mirando en silencio.
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